Perfiles by Woody Allen

Perfiles by Woody Allen

autor:Woody Allen [Allen, Woody]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Humor, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1980-01-01T05:00:00+00:00


Reminiscencias: paisajes y figuras

Brooklyn: calles de tres direcciones. El Puente. Iglesias y cementerios por todas partes. Y confiterías. Un niño pequeño ayuda a un anciano de luenga barba a cruzar la calle y le desea:

—Feliz sábado.

El viejo sonríe y vacía su pipa sobre la cabeza del chiquillo. Y el infeliz corre llorando a su casa… Un calor y una humedad sofocantes invaden el municipio. La gente saca sillas plegables a la calle después de la cena, para sentarse y charlar. Pero de repente cae una intensa nevada. El desconcierto es general. Un vendedor hace su recorrido habitual calle abajo ofreciendo pretzels calientes. Unos perros le acometen y tiene que trepar a un árbol. Desgraciadamente para él, en la copa otros perros le esperan.

—¡Benny! ¡Benny!

Una madre está llamando a su hijo. Benny cuenta dieciséis años, pero tiene ya antecedentes penales. A los veintiséis, le mandarán a la silla eléctrica. A los treinta y seis le ahorcarán. A los cincuenta será propietario de la tintorería donde trabaja. Su madre sirve ahora el desayuno, y como la familia es demasiado pobre para comprar bollos recién hechos, unta de mermelada el News.

Ebbets Field: Los hinchas se agolpan en la avenida Bedford con la esperanza de apoderarse de las pelotas que salgan del campo de fútbol. Después de seis turnos sin marcar, un grito brota de todas las gargantas. ¡Una pelota vuela por encima del muro, y los hinchas ansiosos se la disputan! Por alguna razón, es una bola de tenis y nadie sabe el porqué. Al avanzar la temporada, el presidente de los Dodgers de Brooklyn cambiará con el Pittsburgh un defensa por un interior izquierdo, y luego irá a Boston a cambiarse él mismo con el presidente de los Braves y sus dos hijos pequeños.

Sheepshead Bay: Un pescador de piel curtida ríe feliz mientras recoge sus redes. Un cangrejo gigante le agarra la nariz con sus tenazas. El hombre deja de reír. Sus amigos tiran de él por un lado, mientras los amigos del cangrejo tiran por el otro. Es inútil. Anochece. La porfía sigue.

Nueva Orleans: Una orquestina de jazz toca himnos tristes bajo la lluvia, mientras un difunto recibe sepultura. Luego atacan una briosa marcha, para iniciar el desfile de vuelta a la ciudad. A mitad de camino, alguien se da cuenta de que se han equivocado de muerto. Es más, ni siquiera era un pariente. La persona que enterraron no estaba muerta, y menos enferma; en honor a la verdad, entonaba canciones tirolesas. Vuelven entonces al cementerio y exhuman al infeliz, que les amenaza con ponerles un pleito, pero le prometen pagarle la factura si manda el traje a limpiar a la tintorería. Mientras tanto, la cuestión radica en que nadie sabe quién está muerto realmente. La banda continúa tocando, al tiempo que los espectadores son sepultados uno a uno, siguiendo la teoría de que más vale difunto en mano que ciento volando. No tarda en descubrirse por fin que nadie ha muerto, y ya resulta demasiado tarde para conseguir un cadáver de verdad, porque es puente.



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